Los Caballeros de la Quema dieron su mejor show desde aquel primer regreso en 2017. Con una lista de temas tanto para su público más añejo como para las nuevas generaciones, la banda demostró que los años le sentaron bien.
Que la nostalgia no es negocio y que mañana es mejor ya lo sabemos todos. Pero, de vez en cuando y como dice el tango, «siempre se vuelve al primer amor». Y Los Caballeros de la Quema son el primer amor de muchos de los que colmaron el Estadio Malvinas Argentinas la noche del 22 de junio, a exactamente 2 años de su primer regreso, con un recital gratuito en el Estadio Único de La Plata.
Esas ganas borrachas…
A las 21:15 h. las luces del estadio se apagaron y una cuenta regresiva de 5 minutos apareció en pantalla. Sin música funcional, ni bandas soporte, el lugar se fue llenando y poco antes de la hora señalada ya no había huecos ni lugares vacíos. Entonces sí, cuando el reloj llegó al final, subió al escenario un joven con una armónica para regalarnos una versión instrumental del mencionado ‘Volver’ mientras por la pantalla se mezclaban videos y fotos de la banda en sus primeros años de gloria.
Último suspiro y ¡pum! Un golpe directo al mentón con un tridente explosivo: ‘Celofán’, ‘Huelga de Princesas’ y ‘Todos Atrás y Dios de 9’. ¿Alguien resistió la tentación de levantarse, saltar y cantar? Lo dudo. La banda de Iván Noble, Martín Mendez, Pablo Guerra, Pato Castillo, Javier «El Nene» Cavo, Carlos Arin y compañía (Rubén Casco en teclados y una sección de vientos que incluyó al hijo de Arin), saltó a la yugular desde el minuto uno y la intensidad se mantuvo durante las 2 horas y un poco más que duró el concierto.
Una noche larga y transpirada
Con esa frase Noble anunció lo que sería un viaje a todas las épocas de la banda. ‘Patri’, ‘Qué Pasa en el Barrio’ y ‘Sangrándonos’ llevaron al público a los tempranos 90′. Época de recitales en tugurios de Zona Oeste y antros de la Capital Federal, giras interminables en micros y el mal encasillamiento dentro del llamado «Rock Barrial» que aglutinaba a grupos tan dispares como La Renga, Las Pelotas, Los Piojos y Los Caballeros.
«¿Cómo se llevan con el pogo? Levanten la mano los que tengan más de 40…las nuevas generaciones son bienvenidas», anunció cómplice el cantante antes de sacar de la galera ‘0 Mensaje en el Contestador’ y continuar con una lisérgica e hipnotizante versión de ‘Jodido Noviembre’ con Mendez desplegando su magia en las 6 cuerdas. Luego llegó el turno del reggae festivalero y contestatario de ‘No Chamuyés’ y a continuación la desfachatada ‘Me Vuelvo a Morón’ («en realidad nos volvíamos porque nos echaban, ¿o no Nene?», vociferó Noble).
De todo un poco
Los Caballeros de la Quema siempre se caracterizaron por manejar una amplia paleta de sonidos (quizás esa fue su principal virtud, para no ser encasillados dentro del mencionado «Rock Barrial»). De un rock pesado y denso, a un funk esquizofrénico; de una tierna balada a un reggae stone. La banda siempre supo manejarse con soltura y por eso cautivó a tantos fanáticos que, a pesar del paso de los años, dijeron presente en esta verdadera fiesta. Muchos peinan canas y otros directamente ya no tienen pelo, pero cuando sonó ‘Rómulo y Remo’, todos saltaron descontrolados gritando el estribillo a viva voz.
En agradecimiento a esa fidelidad inoxidable, Noble y compañía se soltaron un poco (quizás los dos recitales anteriores fueron más formales y directo a los hits) para repasar algunos temas que no tocaban hace años. Tal fue el caso de ‘A Sangre Fría’, una rock potente y oscuro perteneciente al segundo disco de la banda («Este tema lo tocamos por última vez en el Sindicato del Cuero, en Morón. Téngannos piedad», se atajó Noble) que fue uno de los puntos altos de la noche, pegado a ‘Primavera Negra’, una de las primeras canciones de Los Caballeros.
‘De Mala Muerte’ fue el antídoto ideal para calmar (por un rato) a las fieras, que se volvieron a soltar con ‘Otro Jueves Cobarde’ y se dejaron llevar por la onda de ‘4 de Copas’, con Guerra en la armónica y segunda voz; un clásico más querido por los fanáticos que por las radios, igual que ‘Hasta Estallar’ (que no tuvo el destino de ‘Avanti Morocha’ pero que se guardó bien adentro en el cariño del público).
Los Caballeros de la Quema tienen mucho por decir
En tiempos donde la política y el rock muchas veces van de la mano, Los Caballeros siempre se destacaron por pegarle a «los turros de turno» con letras ácidas y sarcásticas (y no tanto). Con ‘Malvenido’, ‘Basta Para Mí’ y ‘Rajá Rata’ se encargaron de mostrar los dientes sin perder la mística. Solos urgentes hilvanados entre Guerra y Mendez, una batería con tracción a sangre con «El Nene» indomable y una base monolítica en el bajo a cargo de Pato, mientras Noble demostraba que el zorro pierde el pelo pero no las mañas y por eso es uno de los grandes frontman del rock nacional. Mientras tanto, la monada feliz y a los saltos.
«Démosle la bienvenida a Marco Antonio, que no es Solís, ni Mark Anthony», dijo Noble e invitó al escenario al joven bandoneonista para, primero, lucirse con una versión zapada de ‘Stand By Me’ y luego sí, con ‘Fulanos de Nadie’. Después fue el turno de ‘Sapo de Otro Pozo’ y, para cerrar formalmente el show, la infaltable ‘Avanti Morocha’ y la feroz ‘Carlito’ como para dejar el ambiente caldeado y en llamas.
Una música que no se acuesta
5 minutos después, las luces volvieron a iluminar el escenario y la banda completa se despachó con una elegante versión de ‘Luces de Bar’ para luego dar paso a ‘Pejerrey’ y el cierre definitivo con ‘Oxidado’. Fin de fiesta, o no, porque la monada quedó encendida ante tamaña muestra de sonido, calidad, un setlist a la altura de las circunstancias y un aire de buenas vibras tanto arriba como abajo del escenario.
Ya habían pasado más de dos horas y nadie quería moverse de su lugar; los años pacientes esperando algún regreso, los gritos «yo sólo pido que se vuelvan a juntar», durante los conciertos de Noble, la emoción al escuchar algún tema caballero en los distintos proyectos de Mendez, Guerra o Cavo. Todo eso quedó saldado cuando, dos años atrás, la banda volvió con fuerza. Nadie sabe cuál será el próximo destino de este barco (Noble deslizó un «hasta luego…»), pero sí es seguro que «hay una música que no se acuesta», que sigue viva, y que, esperamos, vuelva a sonar en vivo otra vez.
Fotografías cortesía de: Pol Gonzalez