Los Caballeros de la Quema vuelven al barrio. La banda de Iván Noble, Martín Méndez, Javier Cavo, Pablo Guerra y Patricio Castillo se presenta el 23 de noviembre en el microestadio del club Gimnasia y Esgrima de Ituzaingó (GEI).
Los Caballeros de la Quema siguen girando por el país. En esta oportunidad, la banda comandada por Iván Noble se presentará en el barrio que los vio nacer. El sábado 23 de noviembre, a las 20 h, el grupo tocará en un lugar mítico de zona Oeste. Se trata del microestadio del club Gimnasia y Esgrima de Ituzaingó (GEI). Las entradas ya están a la venta y se pueden adquirir en lugares físicos y online, a través de tuentrada.com.
Cabe destacar que, desde su regreso en 2017 con un show en el Estadio Único de La Plata, la banda ha tocado en distintos festivales. Al mismo tiempo, brindó conciertos memorables que le dieron al conjunto una nueva vida tras aquella separación en 2001. Hoy, la banda conformada por Iván Noble, Martín Méndez, Javier Cavo, Pablo Guerra y Patricio Castillo (junto a Carlos Arin y Rubén Casco) sigue adelante llenando lugares.
Los Caballeros vuelven a conquistar el Oeste
Los Caballeros de la Quema se formaron a fines de la década del ’80 en Morón. Tres de los miembros de una banda de rock sinfónico llamada El Aleph fueron el embrión de lo que tiempo después serían Los Caballeros de la Quema. Este nombre lo adoptaron hojeando revistas. Según cuenta la leyenda, en una de ellas encontraron una nota al humorista Pepe Marrone, donde contaba que su primera troupe de circo se había llamado de esa manera.
La primera etapa de la banda concluyó en 2001 en su pico de popularidad. Poco tiempo antes, habían editado el álbum “Fulanos de Nadie” que contenía éxitos como el tema que le dio nombre al disco, ‘Sapo de otro Pozo’ y ‘Basta para Mí’. Sin embargo, el éxito llegó con el disco anterior, “La Paciencia de la Araña” ya que ese álbum contenía una de sus canciones más famosas: ‘Avanti Morocha’. Ese tema en particular fue el que los catapultó al éxito. En aquellos años, el grupo sonaba en todas las radios y, a fuerza de buenas canciones, llenaron el estadio Obras, “el Templo del Rock”.