El ex-Beatle volvió al país para deleitar a sus fanáticos locales con un show plagado de clásicos, rarezas y nostalgia. Vitalidad, carisma y energía en su justa medida para reafirmar que el amor por los fabulosos cuatro (y en especial por el legendario bajista) sigue intacto.
A esta altura de la vida, en pleno siglo XXI, cualquier amante de la buena música debe disfrutar, al menos una vez, de un concierto de Paul McCartney. Si aún no lo hicieron, todavía están a tiempo. Cuando el ex-Beatle vino al país en 2019, muchos pensaron que sería su último recital aquí. No faltaban motivos: ya tenía 76 años y, aunque ofreció dos shows impresionantes, nadie imaginaba que cinco años después, volvería por quinta vez con la misma energía.
Un día en la vida de un Beatle
El tiempo pasa, pero Paul sigue ahí, impecable. Detrás de su bajo Höfner -o cualquier otro instrumento- sigue emocionando a sus fans de siempre y a los nuevos que se han sumado. Ya sea por herencia o curiosidad, ver a un Beatle en Argentina en 2024 es un evento para disfrutar de punta a punta.
McCartney volvió a Argentina más fuerte que nunca, con un show de casi tres horas. Apenas se tomó pausas para hablar con el público, dejando que la música fuera la verdadera protagonista. Paul domina el oficio como pocos. Tras más de cinco décadas recorriendo el mundo con sus canciones, sabe que para sus fans no siempre es fácil asistir a uno de sus recitales. Por eso lo da todo en el escenario y siente la obligación de tocar todas las canciones que ellos quieren oír.
Paul tocó 37 canciones en el estadio de River Plate. En la previa, Mat Alba abrió la noche, mientras la cancha se llenaba de un público variopinto que solo un Beatle puede convocar. DJ Chris Holmes se encargó de preparar el ambiente para el gran show. ‘A Day in the Life’ (en un medley con ‘The End’) marcó el ingreso de la banda al escenario, iniciando una celebración musical en estado puro.
“Che boludos, ¡son lo más!”
A diferencia de la primera fecha, donde comenzó con ‘Can’t Buy Me Love’, Paul arrancó con ‘A Hard Day’s Night’. Ese acorde mágico nos sacó del sueño de ver a un Beatle y nos transportó a una realidad de otro mundo. Sonriente, vestido para la ocasión, Paul, a sus 82 años, desplegó su carisma. Hizo chistes en español e incluso sorprendió con un “che boludos, son lo más”, logrando mantener el idilio con sus fans.
Además del tema que abrió el show, no faltaron clásicos de The Beatles como ‘Drive My Car’, ‘Got to Get You Into My Life’ y ‘Love Me Do’. Dos sorpresas destacaron: una dulce versión de ‘Now and Then’, la última canción del grupo más grande de todos los tiempos, y ‘I Got a Feeling’, que Paul interpretó junto a John Lennon, quien apareció en pantalla para cantar su parte. En ese momento, el estadio estalló en un coro de “Olé, olé, olé, Lennon, Lennon”, y por un instante, dos de los músicos más importantes de la historia volvieron a cantar juntos.
En total, Paul tocó 21 temas de los Beatles, combinados con éxitos de Wings y su carrera solista. A lo largo de la noche, pasó del bajo a la guitarra acústica, luego a la eléctrica, después al piano y más tarde al ukelele. Su versatilidad es impresionante, y verlo en vivo es fascinante. Su repertorio, una enciclopedia de la música, abarcó una variedad de géneros, desde pop y psicodelia hasta rock & roll y blues.
Personalmente, me emocioné varias veces. Cada canción evocaba un recuerdo de mi infancia. Y aunque ya lo había visto antes, no deja de asombrarme tener a un Beatle tan cerca.
“¡Hasta la próxima!”
Tras dos horas de show, McCartney hizo cantar a todos con el clásico “Na, na na na na na na, na na na na, hey Jude”. Después del glorioso medley que cierra “Abbey Road”, miró al público, sonrió y cerró con un “¡Hasta la próxima!”. Solo nos queda devolverle la sonrisa y esperar, con la esperanza intacta, que un Beatle vuelva a nuestro país.