El Manicomio del Terror llegó, en plena noche de verano, a la costa marplatense para presentarse el pasado sábado en Abbey Road. Locura y diversión.
“La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y el más intenso de los miedos es el miedo a los desconocido”. Howard Phillips Lovecraft
El ambiente lúgubre y ebúrneo se puede sentir al llegar al lugar, la música de fondo nos lleva a la mejor película de terror a lo “cámara en mano”, esas películas que simulan una filmación casera y nos hacen sentir que todo es real, así nos vamos imaginando en un edificio abandonado…un manicomio, la locura, la muerte, el sexo y el rock nos esperan.
¿Los pacientes? Dignos esclavos del infierno de la mente, psicópatas maníaco-depresivos, depresivos paranoicos, esquizofrénicos, síndrome psicótico-crónico son solo algunas de las patologías que veremos en esta noche de terror.
Sus batas sucias y bañadas en sangre pueden verse llegar y caminar entre los espectadores, los locos gritan y ríen desesperadamente entre el público que los observa con impaciencia.
Una mujer se acerca semidesnuda hacia el centro del lugar y un personaje siniestro la empieza atar lentamente hasta suspenderla a pesar de su resistencia constante, la cera liquida de vela caliente empapa su cuerpo, el sadomasoquismo se hace presente en todo momento y los locos…se vuelven locos.
El show es acompañado por una banda en vivo, el rock invade Abbey Road, una versión metal de ‘Sweet Dreams’ suena para darle un toque erótico, o mas bien sado al espectáculo. Mientras la música suena un paciente se coloca sobra una cama de clavos y otro le rompe ladrillos huecos encima, como aguanta no sabemos.
Nuestra siguiente tortura se compone de perforaciones corporales, a cada perforación se le engancha una soga, que prueba la resistencia del paciente.
A continuación se abre el telón y el rock metal estalla, el protagonista de la escena aguanta el peso de lo que parece un botellón de cerveza artesanal en sus genitales…sí, en sus genitales, leyeron bien.
Los pacientes del manicomio del terror deambulan alrededor, se arrastran, algunos desnudos, otros circulan en sillas de ruedas sin rumbo. Una escena de una gran película de terror gore germano-holandesa es recreada, The Human Centipede [El Cienpiés Humano], en el centro del lugar, enfermeros y ayudantes reprimen a los locos con golpes de cachiporras e insultos de todo tipo.
El contorsionismo también es característico en un show freak, en esta ocasión, pareciera que en cada contorsión la locura intenta escapar de los cuerpos de esta pareja que parece literalmente de goma.
El siguiente número, un hombre en una camilla de hospital, al parecer muerto, pacientes mujeres aprovechan la situación e intentan una suerte de electrochoques para terminar encima del cuerpo mostrando toda su sensualidad besándose sobre el desdichado. ¿Revivirá después de esta presentación de erotismo lésbico?
Seguimos en la recorrida por estos fenómenos del manicomio del terror, ahora, un hombre es suspendido de la piel a unos metros de altura practicando movimientos en péndulo, acto seguido un loco se cuelga de el abrazándole las piernas suspendidas, la piel resiste el peso de dos personas en simultaneo, la gente mira sin poder creer.
Sigue la locura en el manicomio. Una mujer es obligada a ser perforada con agujas en su cara y brazos, el público se deslumbra ante tal muestra de resistencia al dolor, aunque la mujer por momentos parece disfrutarlo.
Vale aclarar que este espectáculo no es apto para personas impresionables.
Este show freak está a punto de culminar, los locos se amontonan, todos estos personajes de terror se unen en una fiesta de locura y canibalismo total al ritmo de música electrónica, un verdadero manicomio de terror.
Todos los condimentos se hicieron presentes esta noche, desde suspensiones hasta perforaciones, fetichismo, sadomasoquismo y pirofragia (traga fuego), nos vamos impresionados pero contentos.
Resulta obvio que los locos son como hilo conductor del espectáculo desentierran traumas y manías de los incautos espectadores. El terror, el humor negro y la adrenalina están asegurados en este show freak
Les agradecemos por acompañarnos esta noche, nos despedimos con las últimas palabras que escuchamos del anfitrión del manicomio: “Gracias, ojalá vuelvan pronto y se mueran de cáncer o de lo que ustedes quieran”.
Crónica por: Sara García
Fotografías por: Macarena Lodi
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